¿Qué tenemos que evitar en este segundo siglo de Alianza de Amor?

Todo schoenstattiano de corazón, tiene un sueño para el Movimiento, una "idea predilecta" un "si" que se enlace con el "si" del P. Kentenich, sin embargo, el mundo nos ahoga en lo superficial, en lo llamativo y en el egocentrismo.

Viernes 13 de noviembre de 2015 | Lucía Zamora

Hace algunos días, encontré en Facebook, una entrevista a cerca del segundo siglo de "Alianza de Amor". Sólo fueron tres preguntas: ¿Cómo sueña este Schoenstatt en su ser, en su estar en la Iglesia, en el mundo, y en su quehacer? ¿qué tenemos que evitar o dejar? y  ¿qué pasos concretos debemos dar? Las respuestas fueron semejantes, el género y la edad de los entrevistados, no marco ninguna variante, y quisiera reflexionar un poco en los comentarios de la segunda pregunta.

Antes, me gustaría, que nos adentráramos en el primer punto, pues me dio la oportunidad de regresar justo a octubre del 2014, cuando festejamos los 100 años del Movimiento. Acá en San Luis (México), escribimos en una hoja, un sueño para la familia de Schoenstatt y lo depositamos en un pequeño baúl, el cual se enterró para abrirlo en 10 años más. No sé, si todos recuerden ese sueño, lo cierto es que el tiempo camina y los problemas y conflictos empañan la memoria, dejando estas ilusiones justo en donde están... ¡enterradas!

Todo schoenstattiano de corazón, tiene un sueño para el Movimiento, una "idea predilecta" un "si" que se enlace con el "si" del P. Kentenich, sin embargo, el mundo nos ahoga en lo superficial, en lo llamativo y en el egocentrismo. Y justo por esto, quiero reflexionar en las respuestas de la siguiente pregunta: ¿Qué tenemos que evitar o dejar? (Para llegar a cumplir este sueño). Esta fue una de las opiniones: "Los jueguecitos internos de poder, las rivalidades y las envidias. Todos nosotros tenemos la misma meta: llevar Schoenstatt al mundo y hacer realidad la visión del Padre Kentenich". Completo con la respuesta del segundo entrevistado: Deberíamos evitar la formación “en serie” (copia exacta de las entrevistas). Creo que lo primero, nos lleva a lo segundo, a ser... "hombres y mujeres en serie".

Muy claras las respuestas. A mi parecer muy acertadas. Nos estamos perdiendo en lamentables acciones, como si estuviéramos compitiendo todo el tiempo, excluyendo a los demás y descalificando a otros  para lograr metas personales y no para llevarlo al mundo, nos preocupamos solo por nosotros mismos,  mostramos lo que no somos, y lamentablemente, colocamos el orgullo en un lugar importante y ¡Schoenstatt no nació para esto! Se nos olvida ese Dachau y ese 31 de mayo,  tiramos hacia abajo de muchas maneras la visión del P. Kentenich.... El "hombre nuevo".

Cómo cristianos y schoenstattianos, es nuestro deber, defender con el corazón, la misión del Padre, porque también es nuestra misión. Es responsabilidad de todos, no exiliarlo nuevamente de su Obra y trabajar en lo más profundo de nuestro ser, para no caer en la tentación de la mediocridad, para hacer valer con la frente en alto, esa tan anhelada "Alianza de Amor". No dejemos, que la medalla, que con tanto orgullo portamos, se opaque con el egoísmo, los falsos comentarios y la corrosión de la soberbia.

Las respuestas continúan: "Tenemos que ser claros y consecuentes en lo que hacemos y en lo que decimos. Deberíamos tirar todos de la misma cuerda en pro del todo y no tener miedo de decir cosas incómodas. Cada uno tiene que tomar una decisión, ser un transformador del mundo y no solo un consumidor del mundo" (copia exacta de la entrevista).

Tenemos miedo de decir las cosas como son, por las reacciones que otros pudieran tener, sin embargo, el no decirlas, nos convierte en falsos seguidores de Jesús, por lo tanto, en hombres y mujeres hechos "en serie". Tal vez nos arriesguemos mucho por lo que pudiera venir, pero permitir que sigan sucediendo las cosas, es no creer en la pedagogía de nuestro fundador, es regresar al viejo sistema, donde la omisión se convierte en hipocresía, teniendo como resultado a ese hombre viejo, el cual queremos erradicar.

Adentrémonos a nuestro corazón, para ver por nosotros mismos lo que hay ahí, y no esperar a que alguien más nos diga, sin mirar, lo que debemos decir, hacer o creer. Hagámonos nosotros mismos un criterio de las cosas, un criterio a la luz de la verdad, a la mirada de Dios y no a la del hombre. Sin esconder el rostro en los demás, y tomando decisiones con la verdad en la mano y con la humildad en el corazón.

Pongamos nuestros ojos, en los ojos de María, seguro nos dirá lo que hay que hacer, Ella nos acompañará tal como acompañó a su Hijo, nos tomará de la mano y nos llevará al corazón del mismo Jesús para aceptar todo aquello que solo nos hace crecer, aquello que solo nos puede convertir en ese "hombre nuevo" que el P. Kentenich soñó.

Las entrevistas las pueden encontrar en la página de Facebook de "Schoenstatt Gualeguaychú"

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