¿Le hablamos de amor a nuestros hijos?

La condición homosexual siempre ha existido, y sé que es muy difícil para ellos y para su familia reconocerla y "destaparla" a la sociedad. Se mantiene o mantenía en secreto tal vez por miedo, vergüenza o por pudor, pero también creo que por respeto, pues saben que su naturaleza no es lo normal.

Lunes 19 de septiembre de 2016 | Lucía Zamora

En México y el mundo el tema del matrimonio igualitario y de la adopción homoparental ha causado gran polémica. De la noche a la mañana, estas ideas comenzaron a sonar cada vez más fuerte, convirtiendo las redes sociales en campo de batalla entre quienes están a favor y quienes están en contra. Pero... ¿quién o quienes inducen al odio utilizando al matrimonio y a la familia como estandarte?

Para mí no es fácil hablar del tema porque tengo grandes amigos gay y queridísimas amigas lesbianas, sin embargo, sé que comprenden lo delicado del asunto. Para ellos también ha sido una sorpresa considerar que se pudiera adoptar un hijo, o que pudieran contraer matrimonio. Pues en su mente no existía esa posibilidad, simplemente porque su estilo de vida no ofrece lo que la misma naturaleza exige.

La condición homosexual siempre ha existido, y sé que es muy difícil para ellos y para su familia reconocerla y "destaparla" a la sociedad. Se mantiene o mantenía en secreto tal vez por miedo, vergüenza o por pudor, pero también creo que por respeto, pues saben que su naturaleza no es lo normal.

Poco a poco en los programas de televisión fueron apareciendo personajes gay, y tristemente no con papeles serios, fueron y siguen siendo los "patiños" de show. Es aquí donde comienzan los errores, y en México queriendo enmendarlos, se les ocurre una serie de reformas en la educación sexual para niños y adolescentes, que han causado discusiones entre padres de familia e instituciones de gobierno. Por un lado, los padres queriendo defender la posibilidad de tratar ciertos temas de sexualidad en familia, y por otro, la Secretaría de Educación queriendo imponerlos, junto con algunos textos e imágenes que no corresponden a las edades de niños y jovencitos. Y en esta controversial situación han surgido malos entendidos, y los insultos van y vienen.

Qué pena que nosotros los adultos (no todos) estemos causando en las nuevas generaciones un asco social entre heterosexuales y homosexuales; un odio hacia las comunidades cristianas, principalmente a la Iglesia católica y un manoseo ante lo más sagrado de nuestra existencia: el matrimonio y la familia. La palabra "matrimonio" salta de un lado para otro como si jugáramos al bingo, y esto va tanto para homosexuales como para heterosexuales, pues es una responsabilidad muy grande tan solo el hecho de pronunciarla.

En esta guerra aparentemente de "derechos" está la mano que mece la cuna, la que cree que domina al mundo con mentiras disfrazadas de justicia, de las cuales surgen el odio y la discriminación, la división y el enfrentamiento y lo más triste.... la duda ante lo sagrado y lo banal.

Se ha trastocado la divinidad de la familia, y no me refiero solo al hecho de que dos personas del mismo sexo quieran adoptar hijos, también a aquellas familias que han dejado de cultivar el verdadero amor cristiano, para convertirse solamente en familias de aparador, olvidando que el tema más importante para educar a un hijo es hablarle del respeto y amor. Se les habla de anticonceptivos y de aborto con tanta ligereza, que han ocasionado lo que estamos viviendo hoy en día, la promiscuidad en jovencitos de algunos 14 años (o menos).

Pero los chicos ¡están sanos!... abandonados, pero sanos, no hay enfermedades, ni embarazos, solo han pisoteado su integridad y su amor propio, pero eso que importa... no nadie lo ve. Y qué decir del amor de esposos. Ahora se utilizan las frases ¡no estoy dispuesto a... aguantar, tolerar ó sufrir! ya no se habla de paciencia y crecimiento, de entendimiento y fortaleza, mucho menos de perdón. Y es así como se decide por lo más cómodo...¡el divorcio! con hijos disponibles de acuerdo al tiempo del padre o de la madre. Esposos viviendo en la infidelidad, en la violencia, en los vicios y en la promiscuidad.

¡Dios mío!... nosotros mismos somos esa mano que mece la cuna, hemos tomado muy a la ligera ¡el matrimonio y el ser padres! y ante esta triste situación, la ideología de matrimonio igualitario y la adopción entre dos hombres o dos mujeres se fue colando hasta llegar a lo que hoy estamos viviendo.

Vuelvo a lo mismo, escuchemos "las voces del tiempo" porque son muy claras, nos están llamando a fortalecer verdaderamente a la familia desde lo más intimo: ¡el corazón! Dejemos de hablar de sexo y placer y hablemos de amor y fidelidad a nuestros hijos. Hagamos de nuestro matrimonio un anhelo para ellos, un sueño por el cual valga la pena arriesgarse. Brindémosles instantes de diálogo y diversión que puedan guardar muy dentro de sí para que algún día, ante la mirada de Dios lo puedan regalar con mucho amor a sus herederos. Será entonces, cuando el tema del matrimonio igualitario y la adopción homoparental dejarán de ocupar los encabezados más importantes de las redes sociales para incitar al odio y a la discriminación.

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